A la selección natural le bastan pequeñas ventajas selectivas

La selección natural no necesita grandes ventajas para funcionar.

Dada la inmensidad de tiempo con la que cuenta, le basta con pequeñas ventajas.

Imaginemos unos ratones que están sujetos a una presión selectiva que trabaja sobre el aumento de tamaño.

Por ejemplo, que aquellos que son 1% más grandes tienen 1% más críos.

Con un poco de matemáticas se muestra que los descendientes de estos ratones llegarían a tener el tamaño de un elefante en algunas miles de generaciones.

Como los ratones viven alrededor de un año, esto tomaría solo unos cuantos milenios: un abrir y cerrar de ojos para la evolución.

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