Conejos de Australia
En nuestros días, otro ejemplo perfecto de evolución se presenta con los conejos –Oryctolagus cuniculus– en Australia. Nunca antes habían existido conejos en ese continente. El nicho ecológico que ellos llenan hoy era ocupado por unos pequeños canguros llamados wallabys. Pero en 1859, un inglés de nombre Thomas Austin, a quien le gustaba cazar conejos, decidió importar 24 ejemplares de Inglaterra. Los liberó en su propiedad, en el estado de Victoria. Eso bastó para que los conejos se reprodujeran con gran velocidad: para 1866, los conejos ya habían conquistado todo Victoria y Nueva Gales del Sur, y en 1907 había conejos en toda Australia por millones.
Para controlar la plaga, el gobierno decidió soltar mosquitos con un virus llamado mixomatosis, con la intención de acabar con los conejos sin atacar a ningún otro mamífero. El éxito de la campaña fue rotundo, en apariencia, pues lograron acabar con el 99.9% de los conejos. La sorpresa fue que el 0.1% de los conejos que sobrevivió son conejos con resistencia al virus, que cuentan con mutaciones que los conejos europeos no tienen y que ahora se están reproduciendo de manera literal, como conejos. En poco más de 100 años, los conejos de Australia tienen genomas muy distintos a cualquier otro conejo del mundo.
Un ejemplar de conejo europeo, Oryctolagus cuniculus.