El comportamiento evoluciona de forma diferente a como evoluciona la anatomía

En el caso de la anatomía, las similitudes son el resultado de compartir antepasados. Si los humanos tenemos 5 dedos en cada extremidad no es por casualidad. Es porque descendemos de anfibios que tenían 5 dedos también.

Esto no sucede con la conducta. Dos especies genéticamente muy cercanas pueden tener comportamientos muy disímiles si viven en hábitats distintos o si consumen diferentes alimentos.

También sucede que especies filogenéticamente muy distantes una de otra, pueden tener conductas similares si habitan nichos ecológicos parecidos.

El mejor ejemplo son las dos especies de simios más cercanas a nosotros: los gorilas y los chimpancés. Son tan parecidas entre ellas que no es raro que el público en general confunda un gorila de tamaño pequeño con un chimpancé.

Los gorilas son herbívoros, alimentándose de tallos, hojas y en ocasiones algunos frutos. Los chimpancés son frugívoros, es decir, consumen fruta y complementan su alimentación con termitas, hormigas y si es posible, con carne de mono.

La diferencia en dieta marca una diferencia en comportamiento sexual.

Los gorilas tienen una enorme masa corporal que deben mantener a base de plantas. Para lograrlo, deben dedicar el día completo a comer y no pueden perder tiempo en trasladarse de un lado a otro. Permanecen en un mismo territorio, no muy grande, que un sólo individuo puede fácilmente defender. Esto ha llevado a que los machos desarrollen una estrategia sexual de poligamia. Un macho monopoliza un harem de hembras y repele a los demás machos. Así funciona su sociedad.

El caso de los chimpancés, que se alimentan de frutos, es diferente. Los árboles llenos de fruto maduro aparecen de manera impredecible. Los chimpancés tienen que trasladarse para ubicarlos. Esto implica que viven en extensiones de terreno muy grande y difíciles de defender. Además, cuando encuentran alimento, hay suficiente para compartir con otros chimpancés. De aquí que hayan desarrollado otras adaptaciones sociales. Un chimpancé macho necesita de los otros machos para defender el territorio. No tiene caso reprimir a los rivales sexuales. Les conviene más vivir en grupos y tener una estrategia sexual promiscua: todos los machos comparten a todas las hembras.

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